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Mostrando entradas de junio, 2017

Ya son quince más

Hace quince años que ya no está. Para mí era como si él fuese inmortal. En el fondo lo es… Cada vez que me acuerdo de él, lo siento cerca. Vino para verme cumplir mis quince años, pero tampoco lo consiguió. Ni él ni mi abuela llegaron a verlo, aunque esa fue siempre nuestra ilusión. De mi abuela sabía que, tarde o temprano, la noticia llegaría con el sonido de una llamada en horas intempestivas. Me acostumbré a esperar y lo acepté. Después de su bendición en forma de despedida me di cuenta de que aquella sería la última vez que podría abrazarla y sentirla. Recuerdo su cara de tristeza y de alivio al ver alejarse el coche que nos llevaba al aeropuerto. Todo eso casi me lo esperaba. Llegar a casa del instituto con la euforia que siente cualquier aficionado al fútbol un día de partido de su selección favorita era lo único que pensaba que ocurriría aquel día. Pero los hechos fueron otros. Mi abuelo, ese hombre que rara vez enfermaba y que cuando lo hacía acostumbraba a encontrar rá