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Pensamientos en el tren (1)

Hoy, mientras venía en el tren, he pensado en el tiempo. Me gusta pasar tiempo mirando el mar. Siempre pienso que debería tener mucho tiempo para dedicarlo a cosas tan simples como mirar el mar, las ramas de los árboles, las flores, los reflejos de la luz en la arena, las sombras de cualquier objeto sobre mi piel… cosas que hago y que me gustan mucho.  Puede parecer que pierda el tiempo en estas actividades, pero me sientan tan bien que es imposible que pueda denominarlas como “perder” el tiempo. Te sientas frente al mar, con tus pensamientos y, de pronto, te ves pequeño, insignificante, que te olvidas de todo. ¿Y la sensación de la arena fría en los pies en esta época? Pones un pie en la arena y quieres que sea verano, que esa misma arena te esté quemando los pies. Te imaginas dando saltitos para evitar abrasarte los pies, aunque no eres capaz de dejar de lado el frío del momento. Me doy cuenta de lo difícil que es recordar las sensaciones. Puedes tener un recuerdo a
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Una década sin tu sonrisa

Hay personas que, cuando las ves sonreír, hacen que te sientas seguro. Tú eras una de esas personas. Nos vimos muy pocas veces y no teníamos una relación directa, pero a mí me gustabas porque transmitías tranquilidad. Hace diez años hice una llamada a Spanair para saber si estabas en una lista de pasajeros. Tu teléfono estaba apagado y solo apagabas el teléfono cuando ibas a coger un vuelo. Desde que escuché la noticia tu nombre se me pasó por la cabeza, pero pensé que había muy pocas probabilidades. Sin embargo, no pude evitar preocuparme. Una operadora cogió el teléfono y al explicarle la situación me preguntó tu nombre. Entonces llegó el silencio. Más silencio. Una respiración contenida. Y a continuación una voz tensa que me dijo: “una persona se pondrá en contacto con usted más adelante; ahora mismo no puedo ofrecerle información adicional”. Registraron mis datos de contacto, pero yo ya había obtenido la respuesta que no deseaba conocer. El silencio fue lo único que se

Ya son quince más

Hace quince años que ya no está. Para mí era como si él fuese inmortal. En el fondo lo es… Cada vez que me acuerdo de él, lo siento cerca. Vino para verme cumplir mis quince años, pero tampoco lo consiguió. Ni él ni mi abuela llegaron a verlo, aunque esa fue siempre nuestra ilusión. De mi abuela sabía que, tarde o temprano, la noticia llegaría con el sonido de una llamada en horas intempestivas. Me acostumbré a esperar y lo acepté. Después de su bendición en forma de despedida me di cuenta de que aquella sería la última vez que podría abrazarla y sentirla. Recuerdo su cara de tristeza y de alivio al ver alejarse el coche que nos llevaba al aeropuerto. Todo eso casi me lo esperaba. Llegar a casa del instituto con la euforia que siente cualquier aficionado al fútbol un día de partido de su selección favorita era lo único que pensaba que ocurriría aquel día. Pero los hechos fueron otros. Mi abuelo, ese hombre que rara vez enfermaba y que cuando lo hacía acostumbraba a encontrar rá

Necesito

Necesito... solo lo que quiero. Y lo que quiero es alargar mi brazo y poder tocarte, quiero sentir tu piel, quiero dibujar las formas de tu cuerpo, quiero mirarte fijamente a los ojos y perderme en el mundo que habita en tu mirada, quiero abrazarte y conectar los latidos de mi corazón con el tuyo, quiero temblar mientras huelo tu perfume y acomodarme en tu hombro para olvidarme del tiempo, del entorno, de los hechos, de las circunstancias... Quiero que las emociones se agolpen en mi pecho y ahoguen mi deseo. Quiero besarte sin que nuestros labios se rocen, como si al besarte el mundo fuese a convertirse en humo y todo dejase de existir y de ser. Y así sueño lo que necesito, a ti.

Desaparecida

No supo cuándo desapareció. Al despertar cada mañana se preguntaba por ella y venían a su memoria miles de momentos de felicidad. Su cabeza daba vueltas y no dejaba ni un minuto de pensar en su regreso, pero cada día que pasaba era más complicado, más desesperanzador. Cuestionaba lo que había fallado, tantos sueños rotos, la ilusión perdida y los ratos amargos que los habían alejado. Miraba su reflejo en el espejo y la recordaba tan bonita, tan alegre, tan sincera. Y ahora solo había una mueca triste, desgarrada y vacía. Se asomaba a la ventana mientras derramaba lágrimas de sus ojos y, viendo distorsionado el paisaje, deseaba que ella, que su sonrisa, volviese a casa y a su vida.

La tercera guerra mundial

Nos parecía que este conflicto nunca llegaría, que el avance de la humanidad nos había colocado en otro nivel y que la apertura mental había desechado la posibilidad de crear un enfrentamiento semejante. Pero aquí estamos, enfrascados en una lucha interna y externa contra el radicalismo. Poco a poco, los radicales van consiguiendo sus objetivos. Hace 15 años dieron su primer golpe, aunque no lograron lo que ahora sí están alcanzando. Cuando se propusieron atacar los Estados Unidos, solo captaron la atención de ellos y de unos pocos países europeos. Han pasado los años y han tenido tiempo de reflexionar y de encontrar la forma de emprender una guerra; han descubierto que atacando Europa llegarán a su meta. Si arremeten contra algún país europeo, el resto de países reaccionará (entre ellos, también, su gran enemigo americano). Ya estamos construyendo el camino de la destrucción, ya estamos al inicio de la tercera guerra y, como en todas las guerras, al final no habrá buenos y malos

Solo pasaba a felicitarte...

Hay pocas cosas que merezcan una entrada en mi blog... Bueno, la verdad es que se me ocurren muchas cosas, pero como los pensamientos todavía no se transmiten de forma automática al papel, acabo dejando una lista de borradores esperando convertirse en algo que merezca la pena. Dejando eso aparte, hoy quiero publicar algo porque ayer fue un día muy importante. De esos que cambian la vida de las personas. Y como me toca de forma muy cercana, pues me ha parecido oportuno ponerme manos a la obra. Después de miles de días con el mismo sueño en la mente, después de libros amontonados por todos los rincones de la casa, después de innumerables folios agrupados en carpetas con nombres de asignaturas, después de casi 4000 archivos guardados, después de varios congresos, después de algunas quedadas, después de cientos de euros gastados en café, después de 240 créditos superados, después de casi 60 exámenes con nervios incluidos, después de todas las dudas, después de todos los imposibles que se

Dulce Navidad

Estaba viendo una película de esas de tarde de domingo que ponen ahora con temática navideña y me he acordado de mis navidades de antaño. Aunque parezca que estoy hablando de la prehistoria, en realidad no ha pasado tanto tiempo… O quizá sí. A veces me pregunto qué ha ocurrido durante todo este tiempo. ¿Será cierto eso de que vamos perdiendo los buenos hábitos cuando crecemos? ¿Nos esforzamos tanto por avanzar que nos despojamos de las cosas que nos hacían sonreír e ilusionarnos? Mi navidad empezaba cuando sonaba en la radio la primera gaita [1] , y eso ocurría a principios de… ¡noviembre! Desde ese momento ya se empezaba a planear absolutamente todo. Lo primero era organizar una excursión al bosque para buscar musgo, “guinchos” [2] y demás plantas para el pesebre. Pero no se trataba de hacer un belén pequeñito en un rincón cualquiera… ¡No! Había que hacerlo en la entrada de la casa, que fuese visible desde la calle cuando el portón estuviese abierto. Agudizábamos el ingenio para p

En el lugar adecuado

Pedí un café y me giré para buscar una mesa. Me fijé en él. Tenía los ojos tristes y la mirada perdida. La gente reía, hablaba, comía… Y él seguía ahí, quieto. La tranquilidad que se veía por fuera escondía un agitado interior que él intentaba calmar. Sus ojos se fijaron en mí y ambos nos sorprendimos. Pasaron los segundos. Ninguno de los dos era capaz de controlar los movimientos del cuerpo. Él se levantó desconcertado y yo me fui acercando poco a poco hasta la mesa, mientras nos observábamos con especial atención. Aparté la silla y me senté sin apartar mis pupilas de las suyas. No nos dijimos nada ni siquiera nos saludamos. Nuestros rostros reflejaban todas las preguntas que teníamos como si de un proyector se tratase. Incluso me parecía ver luz en su cara. Había pasado mucho tiempo, pero creo que nunca pudimos olvidarnos. Y por su expresión intuí que nuestros corazones habían mantenido vivo aquel intercambio de sonrisas. Un instante que nos cambió la vida sin saberlo. Recuerdo cada

Un pequeño regalo

Paseaba por el parque entre las sombras que proyectaban los árboles sobre el suelo y los rayos de sol que se abrían paso entre las hojas. Los sonidos de la naturaleza ganaban la batalla a los estridentes ruidos de la ciudad. En aquel instante solo podía oír mis pisadas en el suelo, aún húmedo después de la lluvia. Al final del sendero se dibujaba la figura de una mujer sentada en un banco. A cada paso que daba un desgarrador sonido me invadía. Mientras me acercaba, pude comprender que la tormenta no había pasado para ese triste corazón ahogado en penas. Aquella desconocida sola y abatida me tocó el alma. Cuando estuve a su altura, no supe qué decir ni qué hacer, pero algo me impedía pasar de largo y olvidar su llanto. Me detuve y la miré en silencio, y ella me devolvió la mirada; una funesta mirada que me arrastró hacia un abismo, se introdujo en mí e invadió cada rincón. Me senté a su lado, me acerqué lentamente y la abracé. No dijo nada, pero poco a poco se fue calmando. Cogió mi ma

Despedida

Anoche, mientras lloraba en la oscuridad y miraba las estrellas por la ventana, pensé que debía escribirte, que debía dejar constancia de este momento, pero el cansancio del llanto hizo que me quedase dormida. Hoy todo parecía volver a la normalidad, pero no era más que un engaño, realmente seguía pensando en ti. Hace un rato me senté frente al ordenador y mi mente trajo al presente un recuerdo que hizo que las lágrimas volviesen a brotar de mis ojos. Entonces decidí escribirte y decirte lo que viene a continuación: Y aún tengo en mi mente ese instante, tan nítido que puedo dibujar cada detalle. Te miraba a través del espacio que había entre el muro de la casa y las ramas de los árboles y las lágrimas no dejaban de caer por mis mejillas. La misma sensación que tuve entonces, la tuve ayer y la tengo ahora. Te marchas en busca de tu felicidad, esa que tanto he deseado para ti, pero saber que te vas tan lejos y que no hay fecha prevista para nuestro reencuentro es razón suficiente para

Desasosiego

Yo creo que nací cansada… Sí, tengo la leve impresión de que mi vida siempre ha estado marcada por la vagancia y el cansancio. La vida es empezar una y otra y otra y otra vez, pero a veces te cansas. Ojalá pudiera ser como esas personas conformistas que pueden vivir una vida larga sin apenas cambios, no como la mía, llena de intervalos. Y se termina una cosa y empieza otra, que vuelve a terminar, y empieza otra… y así miles de veces. Hay momentos en la vida en los que te gustaría decir: este es mi sitio, aquí estoy a gusto y firmo para que sea así hasta el fin de mis días. Pero no, a cambio tenemos la incertidumbre de vivir sin saber si esa situación, que tanto nos gusta y en la que querríamos vivir, durará o se acabará mañana. ¿Será que el ser humano está hecho para vivir continuamente en desasosiego? ¡Aggg! ¡Qué rabia! Luchar contra la naturaleza y contra el destino natural del hombre. Nos traen aquí, aprendemos principios y valores, nos esforzamos por ser buenas personas, intenta

Amor en el olvido

¿Alguien te había observado? ¿Alguien sabía que estabas ahí? Parece que todos hemos olvidado que tú también formaste parte de esa historia. *** Recuerdo cuando me contaron aquella historia. Era una de esas historias que te encojen el alma y hacen que pienses en lo injusta que es la vida. Sin embargo, hace poco me vino a la mente y pensé que la vida había sido aún más injusta con uno de los protagonistas. Una muchacha joven en la flor de la vida, con apenas 15 años, fue obligada a casarse con un hombre 13 años mayor que ella. Jamás le preguntaron si quería casarse, si tenía sueños, si amaba algo o a alguien, simplemente la obligaron a decir: "Sí, quiero". Pasaron los años y aquella mujer fue creciendo, viviendo sin amor en un matrimonio que la consumía por dentro. De pronto un día su corazón dio un vuelco. Un desconocido hizo que aquella mujer, que se había resignado a no sentir nunca nada, sintiese mariposas en el estómago. Aquel hombre había hecho que su corazón latiese d

Talla 0 y publicidad engañosa

Hoy estaba revisando mi correo electrónico y se me ha ocurrido vaciar la bandeja de mensajes enviados. Entre tantos mensajes, uno llamó mi atención, uno en cuyo asunto se podía leer: "No es demasiado tarde para cambiar", y que envié a las redacciones de algunas revistas y periódicos. El contenido del mensaje es el siguiente: Estimados redactores: La presente carta la escribo para intentar que ustedes me ayuden a cambiar la sociedad. El tema del que les voy a hablar es uno de esos que se repiten continuamente en la televisión y en las revistas pero que no consiguen mucho. Sé que es muy difícil cambiar la visión de la sociedad hacia un tipo de canon pero cada vez que observo una revista o veo la televisión pienso que estamos creando una sociedad enferma. El tema del que les hablo es el peso, la obsesión por el peso. Me he planteado escribir esta carta porque hoy mismo (12 de julio de 2009) me he topado con un programa sobre dicho tema (la 2 de TVE - La noche temática),

Imaginación

A veces cierro los ojos un momento y te imagino, cogiéndome de la mano, acariciando mi piel…y al abrirlos, aunque sé que no estás, llevo la mano a mi mejilla, acaricio suavemente mis labios (añorándote) e inspiro profundamente porque, a veces, soy capaz de recordar tu olor como si estuvieses aquí, a mi lado, observándome con tu intensa mirada llena de amor, esa mirada que penetra en mi interior y derrumba todos los muros de la fortaleza que he ido construyendo a lo largo de mi vida. Me gusta soñar contigo, me gusta soñar con nosotros, me gusta imaginar que te tengo cerca. Sonrío. Soy feliz y me siento bien a tu lado. Y quiero que derrumbes todos los muros y que recorras cada parte de mi cuerpo. Deseo perderme entre las sábanas de tu cama, esperando que vengas a mi encuentro, me abraces fuerte y me lleves a pasear por el cielo, con la luna y todas las estrellas a mis pies. Cuando te imagino, pienso que no puede haber nadie más feliz que yo. ¿A quién pueden querer así? ¿Quién puede qu

Sus historias

Sonrío, pero es una sonrisa mezclada con tristeza. Cierro los ojos y me veo sentándome en una silla del corredor de casa, al anochecer, mientras el resto de los primos y tíos se acercan y buscan sitio. Mi cara muestra emoción al oír las primeras palabras de la historia que iba a contar. En este caso, se trata de una leyenda de la región que pone los pelos de punta y acelera las pulsaciones. Tenía una forma particular de relatar historias y todos esperábamos a que llegase ese momento cada vez que nos reuníamos. Tengo la suerte de poder cerrar los ojos e imaginarme en casa una vez más, pero daría lo que fuera por abrirlos y estar allí otra día más. Ojala, cuando esto se acabe, pueda volver a sentarme junto a él para oír sus historias.

Victoria Subirana

Salí de la estación de metro Sol y me dirigí hacia la Gran Vía madrileña por la calle Montera, mientras intentaba recordar cuándo había estado allí por última vez. Tenía hambre y prisa, así que entré en McDonald's y me pedí la comida para llevar. Según caminada en dirección a la parada del autobús iba mordisqueando la hamburguesa y pude percibir que unos extrajeros me fotografiaban (no sé si les hacía gracia o les causaba sorpresa ver a alguien comer por la calle). Era tarde y no quería alargar la espera. Me subí al autobús y durante el camino casi no pude pensar en nada, tenía demasiados pensamientos rondando. Me quedé en la parada más cercana y fui a toda prisa hasta la puerta de la factultad de humanidades, pero estaba cerrada. No tenía el teléfono de nadie y no sabía qué hacer. Intenté abrir las cuatro puertas que había y, de pronto, apareció el vigilante de seguridad, entonces, la cara se me iluminó. Bajé las escaleras de prisa hasta la sala donde se desarrollaba el seminari

¿Cómo abandonarte?

Quisiera despertar una mañana rompiendo las reglas. Me gustaría acariciarte y luego despedirme me ti, pero cada mañana me hago la misma pregunta: ¿Cómo abandonarte? ¡Es tan difícil! Quisiera dejarte pero en el fondo siento que eres mía y que yo soy tuya, aunque no siento que sea de algún lugar en particular. Soy de todos y de nadie, pero me has embrujado y que haces que permanezca aquí, a tu lado, para seguir descubriendo los miles de misterios que se esconden en ti. Hablo de ti como si fueras mi amor pero no eres más que una hermosa ciudad que me ha permitido empezar a conocerla y, digo empezar, porque nunca dejaré de empezar a conocerte. Tantas venas y arterias te atraviesan que se escapa de mi conocimiento saber cuáles son cada una de ellas. Sin embargo, me guío bien entre tu cuerpo y soy capaz de encontrar lugares fantásticos que me desvelas poco a poco para que no te deje nunca. Me he acostumbrado a ti y dejarte sólo dejaría un gran vacío en mi corazón. Pero muchas veces no te e

Las cosas tal y como son

Hay una frase que dice: "La experiencia es la madre de la ciencia" y tiene toda la razón. Porque al fin y al cabo la experiencia es lo único que hace que nos entendamos y es la base para explicar nuestro presente e intuir nuestro futuro a corto plazo. Digo toda esta parafernalia porque la experiencia me ha enseñado grandes cosas, buenas, muy buenas, malas, muy malas y peores, pero yo he conseguido aprender. Y ya no se trata sólo y únicamente de mis experiencias sino de las experiencias de tantas y tantas personas con las que me he podido tropezar en el camino. La experiencia es un mosaico que se va completando con lo vivido por unos y otros. Cada uno aprende a su manera. Hay gente que construye mosaicos y gente que prefiere esperar a que los hechos ocurran en primera persona una y otra vez sin sacar conclusiones. No puedo decir que una opción sea más válida que la otra o la otra que la una, simplemente son maneras diferentes de absorber lo que nos rodea. Podemos decir que u