Hoy, mientras venía en el tren, he pensado en el tiempo. Me gusta pasar tiempo mirando el mar. Siempre pienso que debería tener mucho tiempo para dedicarlo a cosas tan simples como mirar el mar, las ramas de los árboles, las flores, los reflejos de la luz en la arena, las sombras de cualquier objeto sobre mi piel… cosas que hago y que me gustan mucho. Puede parecer que pierda el tiempo en estas actividades, pero me sientan tan bien que es imposible que pueda denominarlas como “perder” el tiempo. Te sientas frente al mar, con tus pensamientos y, de pronto, te ves pequeño, insignificante, que te olvidas de todo. ¿Y la sensación de la arena fría en los pies en esta época? Pones un pie en la arena y quieres que sea verano, que esa misma arena te esté quemando los pies. Te imaginas dando saltitos para evitar abrasarte los pies, aunque no eres capaz de dejar de lado el frío del momento. Me doy cuenta de lo difícil que es recordar las sensaciones. Puedes tener un recuerdo a
Hay personas que, cuando las ves sonreír, hacen que te sientas seguro. Tú eras una de esas personas. Nos vimos muy pocas veces y no teníamos una relación directa, pero a mí me gustabas porque transmitías tranquilidad. Hace diez años hice una llamada a Spanair para saber si estabas en una lista de pasajeros. Tu teléfono estaba apagado y solo apagabas el teléfono cuando ibas a coger un vuelo. Desde que escuché la noticia tu nombre se me pasó por la cabeza, pero pensé que había muy pocas probabilidades. Sin embargo, no pude evitar preocuparme. Una operadora cogió el teléfono y al explicarle la situación me preguntó tu nombre. Entonces llegó el silencio. Más silencio. Una respiración contenida. Y a continuación una voz tensa que me dijo: “una persona se pondrá en contacto con usted más adelante; ahora mismo no puedo ofrecerle información adicional”. Registraron mis datos de contacto, pero yo ya había obtenido la respuesta que no deseaba conocer. El silencio fue lo único que se