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Despedida

Anoche, mientras lloraba en la oscuridad y miraba las estrellas por la ventana, pensé que debía escribirte, que debía dejar constancia de este momento, pero el cansancio del llanto hizo que me quedase dormida.

Hoy todo parecía volver a la normalidad, pero no era más que un engaño, realmente seguía pensando en ti. Hace un rato me senté frente al ordenador y mi mente trajo al presente un recuerdo que hizo que las lágrimas volviesen a brotar de mis ojos. Entonces decidí escribirte y decirte lo que viene a continuación:

Y aún tengo en mi mente ese instante, tan nítido que puedo dibujar cada detalle. Te miraba a través del espacio que había entre el muro de la casa y las ramas de los árboles y las lágrimas no dejaban de caer por mis mejillas. La misma sensación que tuve entonces, la tuve ayer y la tengo ahora.

Te marchas en busca de tu felicidad, esa que tanto he deseado para ti, pero saber que te vas tan lejos y que no hay fecha prevista para nuestro reencuentro es razón suficiente para que se me encoja el corazón.

Te quiero, mami, te amo. Gracias por tu amor incondicional y por ser tan bella.

Sé que todo te irá bien, no te preocupes. Sobre todo, ¡no te olvides de sonreír cada día!, que tus carcajadas son un regalo para mí y para todos los que te queremos.

Un beso muy sonoro y un abrazo muy fuerte.

Pero no me bastaba, tenía que escribirte más, así que decidí dedicarte esta entrada.

Y es que a nadie le gustan las despedidas, y yo no soy una excepción. Despedirse, aunque sea un "hasta luego", no deja de tener su incertidumbre, su misterio. ¿Cuándo se volverán a cruzar nuestros caminos? ¿Cuándo volveré a verme reflejada en tus ojos mientras sonríes feliz por estar a mi lado? ¿Llegará ese día? Solo sé que son tan alegres los encuentros y tan tristes las despedidas... A pesar de haber vivido muchas, esta me está resultando especialmente difícil. ¿Me estaré haciendo mayor?

Espero volver a verte pronto para acurrucarme a tu lado y dejar que me acaricies el pelo como siempre lo hacías. Echo de menos esos días de lluvia en los que pasar la tarde en el sofá viendo películas hasta quedarme dormida en tus piernas era el mejor plan del mundo.

Intenta guardar cada sensación porque, aunque no sean placenteras, no dejan de formar parte de nuestra historia.

Adiós, mami, hasta pronto.

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